Saw X, efectiva precuela-secuela

Luego de seis años, la terrorífica saga de Saw estrena su décima parte en torno al asesino serial, Jigsaw, interpretado por Tobil Bell. En esta ocasión, la historia se centra después de la primera entrega (2004) y antes de la segunda (2005), permitiendo que una vez más el veterano Bell encarne al villano de la máscara de cerdo, ya que como muchos fans saben, su personaje muere tempranamente en la franquicia, convirtiéndose posteriormente en un cameo explicativo de las tramas.

Así, John Kramer, alias Jigsaw, vive sus últimos meses de vida víctima de un cáncer terminal en el cerebro. Sin más que hacer, espera su deceso con cierta tranquilidad, sin embargo, una aparente operación experimental podría salvarlo. Para someterse a la cirugía viaja a la Ciudad de México donde un grupo de médicos clandestinos, pretextando ser perseguidos por empresas farmacéuticas, ostentan su centro de salud casi en secreto. En principio, Kramer parece estar curado pero al regresar al local descubre que fue estafado, lo que de inmediato le ocasiona el deseo de venganza, claro, con una de sus típicas sesiones de trampas brutales.

Sorprendentemente, bajo la dirección de Kevin Greutert, Saw X refresca la saga priorizando el suspenso por encima del gore, dando un giro al personaje central otorgándole un aura de humanidad con la que no contaba, al grado de que se convierte en un anti-héroe. Conforme la trama avanza, el otrora odiado Jigsaw comienza a ser vitoreado por la audiencia en aras de cumplir su revancha.

Además de esta nueva dosis de intriga, elementos ya conocidos como el tema musical del clímax (en el que se revelan los giros de tuerca), el títere en el triciclo, las grabadoras con microcassettes en los que Kramer explica las elaboradas trampas o el regreso de personajes como Amanda (Shawnee Smith), su avezada alumna, harán el deleite de los antiguos fans y nuevos seguidores.

Destaca la participación de Synnove Macody Lund como la malvada doctora Pederson, la cual hace palidecer al mismo Jigsaw.

Por Daniel Flores