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Garfield fuera de casa te conquistará

 

Garfield es un producto del siglo XX. Un gato holgazán, comelón, sarcástico y simplemente preocupado de sus necesidades y gustos. Con los años se han realizado distintas versiones y al parecer ese tipo de personaje ya no se considera apegado a estos tiempos y solo se utiliza el nombre y la fama para contar aventuras que buscan acercarse a nuevas audiencias que simplemente no conectan con lo que hace 40 años todos entendían.

Y es que seamos sinceros, Garfield no era un producto para niños y quizás por eso, esta cinta se siente ajena, infantilizada, sin ingenio. No por ello es mala y aburrida, porque hay que reconocer que la hora y 40 minutos se pasa rápido, no se siente pesada, pero tampoco es una omnia que exija mucho del público. Tenemos algunos momentos buenos, con chistes que conectan muy bien, aunque en general las bromas son simples, la comedia es física y el desarrollo de los personajes es obvio.

La historia es simple, iniciamos con el protagonista contando su encuentro con Jon Bonachón su atolondrado dueño, que es simplemente un esclavo de los deseos de su mascota, perdiendo totalmente su importancia y la relación que conocimos en las tiras cómicas y en la serie animada. También la relación con Oddie está muy edulcorada y no hay nada de el bullying que sufre el inocente can.

Al escribir una carta familiar, más orientada hacia el público infantil, tenemos protagonistas que se parecen, pero que no son lo que se esperaba{ y esto puede causar decepción entre la audiencia adulta, pero parece que no afecta a los menores que encuentran simpáticos a las personas, sobre todo por un diseño que suaviza sus características físicas y sobre todo hace que la mayoría muera de ternura al verlos.

El guión es simple y directo, un encuentro familiar, dos personajes que se ven obligados a trabajar juntos y conocerse en el proceso y una antagonista de caricatura que más que miedo da risa.

El resultado final es una cinta que está diseñada para ser vista con facilidad, para agradar a los niños, y sobre todo para vender juguetes. Cumple con lo que propone, pero no más allá.

Se agradece que al final de todos los créditos hay un regalo para los verdaderos fans de este gato, quédense hasta que enciendan las luces.

Por Francisco López