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Ridley Scott presenta a su Napoleón

 

El legendario director, Ridley Scott, toma por asalto la pantalla grande con su épica sobre uno de los personajes históricos más complejos de la humanidad, Napoleón. Encarnado por Joaquín Phoenix, el que fuera Emperador de Francia regresa en una nueva personificación cinematográfica con el debido tino que requiere este figurón. Si bien la cinta se toma ciertas licencias creativas, esto no impide su eficaz despliegue en materias artísticas y técnicas. Sobresale la actuación de Vanessa Kirby interpretando a Josefina, el gran amor de Bonaparte, convirtiéndola en una mujer manipuladora y brillante, capaz de mantener a raya al furioso militar galo.

Igualmente, la puesta en escena es sobresaliente, sofisticada, remontándonos a la Francia de los siglos XVIII y XIX y representando las batallas con la crueldad y rabia con las que las huestes de Napoleón atacaban a sus enemigos.

A pesar de su veteranía (85 años de edad), Scott sigue cautivando a público y crítica con espectaculares producciones que además dejan espacio al lucimiento de los histriones que trabajan con él. Así, Napoleón se destaca también como una trama de amor entre el nativo de Ajaccio y Josefina, además de ofrecer un vistazo a la figura histórica napoleónica mostrándolo con un sentido más humano que la típica representación de un tirano obsesionado con el poder.

Si bien Phoenix logra una impecable actuación, en esta ocasión no supera otros de sus trabajos antes realizados, descartándolo como un candidato a la temporada de premios, amén que como ya se mencionó, Kirby se devora a todos sus compañeros de cuadro gracias a su drástica Josefina.

El único yerro de la producción es que Phoenix luce demasiado viejo para interpretar a Napoleón, quien se proclamó Emperador a los 35 años de edad. Por cierto, antes de que los historiadores de ocasión saquen los datos precisos sobre Napoleón, chequen la película y recuerden que difícilmente una adaptación histórica logra una fidelidad absoluta.

Por Daniel Flores