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Flash, una odisea en el Universo DC

 

El paladín escarlata, Flash, por fin recibe su oportunidad en la pantalla grande luego de su paso en la TV con dos series, una en los noventa y otra en estos últimos años. Así, el polémico Ezra Miller regresa como el velocista tras su participación en la Liga de la Justicia (cualquier versión que prefieras, la de Joss Whedon o la de Zack Snyder) para dar vida a Barry Allen, un joven forense quien busca una prueba para liberar a su padre, acusado injustamente por el asesinato de su esposa, Nora (Maribel Verdú), madre de Barry. Desde ese punto, el realizador, Andy Muschietti, toma la estafeta para contarnos el debut de este súper-héroe, quien será acompañado por el Batman de Michael Keaton y la Supergirl de Sasha Calle, en contra no sólo del villano, Zod (Michael Shannon), también combatirán los misterios de la Fuerza de la Velocidad.

 

La cinta es entretenida, cargada de comedia, muy al estilo de las producciones de Marvel-Disney, aprovechando el carácter bonachón, un tanto despistado del personaje, que permite una combinación de humor con una pizca de oscuridad proveniente del caótico multiverso. Por vez primera en cine se explica qué es esta teoría, tan recurrida por DC Comics para crear reboots, aunque para quienes son fans del Noveno Arte, el momento canónico del Multiverso siempre será la serie impresa, Crisis en Tierras Infinitas, en la cual, los mundos colisionan para crear una sola realidad. Si bien Marvel-Sony ya desarrolla un Spiderverso, ejecutar una historia tan enmarañada en versión live-action era menester de los expertos, Warner-DC.

 

En los cómics, Flash es usualmente el iniciador de este tipo de eventos, ya que debido a su poder sobre la velocidad, puede regresar en el tiempo y cruzar el multiverso, casi siempre con consecuencias catastróficas. El filme no dista de esta premisa, ya que para impedir la muerte de Nora, Barry regresa en el tiempo (¿o en el multiverso?) para impedir esta tragedia. En su periplo interactuará con otra versión de sí mismo, diez años menor, con quien intentará resolver los problemas generados por las alteraciones. Una de estas situaciones es la aparición de una Tierra sin súper-héroes, a la que Zod arriba para reconstruir Kriptón. Héroes y villanos chocarán por la posesión de esa Tierra, al grado de que Flash deberá tomar una decisión sobre salvar una vida o destrozar el Multiverso. En ese espacio-tiempo, el público gozará de sorprendentes cameos, incluidos algunos de películas nunca hechas, pero que Warner-DC han logrado mantener vivas en la imaginación de la audiencia. Flash recibe un aceptable tratamiento, colocándolo como un paladín destacado, buscando alcanzar en popularidad a Superman, Batman o Wonder Woman. Si bien hay un exceso de efectos digitales, Miller demuestra su poderío histriónico.

 

Lamentablemente, Flash es más bien un adiós que una bienvenida, ya que se trata de la antepenúltima cinta del DCEU, marca creada por el exejecutivo de Warrner, Walter Hamada, el anterior “ingeniero” de los filmes de esta compañía, ya que como una buena parte de la audiencia sabe, James Gunn ya prepara nuevos proyectos para DC como líder de DC Studios, iniciando con Superman: Legacy para 2025. Sin embargo, Flash es gozable, una carta de amor para los fans de DC, que homenajea al pasado de estos súper-héroes.

Por Daniel Flores