Cultura

‘Castillos en el aire. Fragmentos y anticipaciones’, de Fernando del Paso

 

Fondo de Cultura Económica

No hay mejor manera de que persista un sueño que utilizar como su cimiento la metáfora imposible que buscaba derrumbarlo. Los Castillos en el aire de Fernando del Paso constituyen el reino de una geografía muy peculiar, ca fantástica, donde la escritura danza con los dibujos sobre una multiplicación de veredas y almas de polvo.

Las ilustraciones susurran al lector una polifonía rigurosa. En aquellos recintos hay un tiempo que espera, arrinconado, para sorprender al primer silencio que se asome. Por la más mínima rendija se agolpa un trozo del destino, un sorbo de claridad desdibujada que acompaña el ciclo de estos planetas trashumantes. Pero los dibujos no procuran la ilusión óptica sino que recrean la ilusión del mundo, de los arcoíris que resguardan la promesa del retorno.

Más que ocuparlo, los castillos conviven con el aire, le hacen compañía para poder ondear con orgullo sus banderas. Como digno homenaje a M. C. Escher, estas fortalezas compiten con los papalotes de cristal, con las cerraduras que funcionan con las grietas del tiempo y con los atardeceres que se reproducen pese a la envidia de los atónitos espejos que los miran.

La prosa poética de Del Paso acompaña la melancolía que acecha a cada cuadro. Al descubrir que detrás de cada torre hay un crepúsculo, sus fugaces textos presagian el miasma de la memoria y los sortilegios del viento que cava pozos para proteger su arquitectura. El universo de la palabra se convierte en una invitación al lector para que, cuando busque la mirada de la doncella que habitaba esos castillos, encuentre en su lugar el asombro del infinito vertido sobre la superficie de una esfera.

Por Patricia Correa