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La mujer en el cine de horror: De damisela a protagonista

Los papeles femeninos en el cine de horror han evolucionado gradualmente. Han dejado de ser  mujeres en peligro para dejar su huella en el género.
Desde las películas clásicas de los estudios Universal, la mujer ha jugado un papel importante en el cine de horror. Helen Chandler interpretó a Mina Seward en «Drácula» (1931); Elsa Lanchester encarnó a la novia del Monstruo en «Bride of Frankenstein» (1935), y Evelyn Ankers fue Gwen, el interés amoroso de Lon Chaney Jr. en «The Wolfman» (1941). Como Helen, Zita Johann enfrentó en 1932 a la momia de Imhotep en «The Mummy».
Hemos recordado a las damas que  protagonizaron las cuatro películas más emblemáticas del cine de horror para destacar su importancia argumental, porque sin ellas no habría conflicto de por medio. Pero resaltaremos el papel de dos de ellas: La Novia de Frankenstein y Helen Grosvenor, la reencarnación de la princesa egipcia Ankh-esen-amun.
The Bride of Frankenstein (1935)
«Rechazando al novio»
https://youtu.be/85se1vCri78
Al enfrentar a sus respectivas criaturas, ellas podrían estar entre las primeras heroínas del género. La Novia rechaza a su grotesco pretendiente, le ruge en señal de desprecio; ese simple acto implica resistirse a una imposición. Cierto, el Monstruo solo quería una compañera para terminar con su soledad y fue manipulado por el doctor Pretorius, pero secuestró a Elizabeth, la esposa del Barón Frankenstein, y el atentar contra ella y su creador no lo deja en una buena posición moral, aunque al final se redima.
The Mummy (1932)
«Invocación»
https://youtu.be/db2aERQwr2c
Por su parte, Helen está indefensa y a merced de la momia cuando recuerda su herencia egipcia e invoca la ayuda de Isis, deidad femenina que tiene el poder para acabar con Imhotep, quien buscaba reunirse a la mala con su amada de otra vida, pero a costa de sacrificar una inocente.
Desde luego estas son interpretaciones modernas de historias que nunca imaginaron ver analizados el desempeño de sus protagonistas masculinos y femeninos, pero vivimos en una era donde el pasado es revaluado para tratar de entender nuestra sociedad actual. El rol de la mujer ha cambiado en los últimos 20 años, y en el cine de horror, criticado por sus desplantes sexistas y la cosificación de la mujer, han existido damas que con su trabajo y talento se enfrentaron a una industria – y género – dominado por nombres.
Si retrocedemos un poco más, hallaremos en «Nosferatu: A Symphony of Horror» (1922) que Helen (Greta Schröder) es la clave para acabar con el Conde Orlak; mismo caso el de la astronauta y experta en comunicaciones Laura James (Judi Meredith), quien inadvertidamente da con la manera de vencer a la vampira extraterrestre de «Queen of Blood» (1966), sembrando la semilla para que 13 años después conociéramos a cierta heroína llamada Ellen Ripley en «Alien» (1979).
Creature of the Black Lagoon» (1954)
«El secuestro de Kay»
https://youtu.be/_mpyFEkzhoo
Pero antes de reinterpretaciones y del surgimiento de figuras fuertes femeninas, el rol de la mujer en el cine de horror se limitó a ser la comparsa del protagonista masculino. A lo mucho era su compañera de aventuras, pero generalmente era la damisela en peligro, como le tocó a Kay (Julie Adams) en «Creature of the Black Lagoon» (1954). Las películas de ciencia ficción incluían una asistente o experta en determinada área, pero el líder y héroe terminaba siendo el actor principal, quien al final derrotaba al monstruo para quedarse con la chica mientras en pantalla aparecía «The End».
En los 60s y 70s los papeles femeninos empezaron a cobrar relevancia, pero se quedaban cortos de lo que podrían lograr. Como ejemplos, «Rosemary’s Baby» (Roman Polanski, 1968) y «The Stepford Wives» (Bryan Forbes, 1975), dos clásicos de sus respectivas épocas y ambos, curiosamente, basados en novelas de Ira Levin.
Rosemary’s Baby  (1968)
Sueño imposible
https://youtu.be/1BRteOP9UL8
Rosemary (Mia Farrow) es explotada, manipulada y casi pierde la vida a manos de su esposo, quien la usa para pactar con satanistas a cambio de fama y fortuna. En uno de los finales más estremecedores del cine, la mujer se resigna a un destino que no puede evitar. Termina oprimida, utilizada y ha visto comprometida su salud mental.
The Stepford Wives (1975)
«Transformación»
https://youtu.be/G2iWr6RnX78
«The Stepford Wives» es la historia de Joanna (Katharine Ross), quien junto con su familia llega a una idílica comunidad donde descubre que los hombres cambian a sus esposas por androides sumisos y obedientes. Ambos personajes, además de no tener el mejor de los finales, terminan oprimidas por un grupo de hombres y sus esfuerzos por escapar son impedidos. Tuvieron éxito en mostrar el llamado patriarcado, pero no empoderan a la mujer.
Carrie (1976)
«Súplica a mamá»
https://youtu.be/ZpX0rril7QA
Ese panorama desolador y opresivo contrastaba con las ideas de liberación y feminismo que surgieron durante los 60s y se intensificaron en los 70s; aunque la voz de la mujer se oía, rara vez era escuchada. En el cine, Laurie Strode en «Halloween» (1978), Carrie White en la adaptación de la novela Stephen King de 1976, y Ellen Ripley en «Alien», dejaron su huella.
Laurie es el prototipo de la final girl que se enfrenta a una maldad imparable, pero aunque salió triunfante en su lucha por sobrevivir dejó varios estereotipos usados en el cine slasher: era la bien portada y la que no fumaba, no tomaba ni tenía sexo, aspecto virginal que garantizaba la salvación para este modelo de personaje.
Carrie White, otra adolescente, explora su despertar a la pubertad, pero con ello le llegan poderes que no sabe controlar y son los que le hacen sucumbir.
Alien (1979)
«Lo dejaste entrar»
https://youtu.be/uOxmONFwsG4
Ripley es una mujer adulta y por lo tanto más independiente; es la tercera oficial al mando del Nostromo; de cabeza fría y capaz de controlarse, toma decisiones sin necesidad de consultar con el capitán de la nave. Si no hubieran existido sus respectivas secuelas, habría de suponer que Laurie terminó con un fuerte trauma emocional y cuidada por sus padres, quizá de manera permanente, mientras Ripley queda a su suerte en un destino incierto.
The Terminator (1984)
«¡De pie, soldado!
https://youtu.be/nQ6Sgf3emps
Sarah Connor (Linda Hamilton) fue la siguiente en enarbolar la bandera de la mujer fuerte, aunque para lograrlo pasó por un proceso llamado «The Terminator» (1984). Sarah pasa la mayor parte de la película dependiendo de la astucia y lo que haga su protector, Kyle Reese (Michael Biehn), pero cuando él resulta malherido, en ella se activa un interruptor que le hace decir «¡Move it Reese! ¡On your feet, soldier!», completando en ese instante su transformación, como si aceptara su realidad y se diera cuenta que solo ella puede salvarse a sí misma.
En «Terminator 2: Judgement Day» Sarah se ha convertido en una mujer aguerrida, pero a costa de su estabilidad emocional afectada por la paranoia; afortunadamente encuentra la paz mental (por favor, hagamos de cuenta que no existe «Terminator: Dark Fate»).
En el Siglo XXI, los personajes femeninos del horror moderno han cambiado de acuerdo a los tiempos y presentado nuevas perspectivas. «Midsommar», «A Girl Walks Alone at Night», «It Follows», «Hereditary», «Drag Me to Hell», «The Babadook»… Son ejemplos de cómo el cine de horror ha cambiado gracias a que los personajes femeninos (y sus creadores) han tomado los tropos clásicos del género para cambiarlos a las necesidades actuales del personaje. La damisela en peligro prácticamente ha desaparecido y una mujer tiene más control de su destino; también han surgido villanas intelectualmente malévolas, dejando atrás a quienes lo eran a causa de una fuerza sobrenatural o simplemente porque así estaba estipulado en la historia.
Luego de más de 100 años de cine, la mujer se ha posicionado como una fuerza en el horror, un género considerado por mucho tiempo «solo para hombres» y que ahora con una visión femenina encuentra más historias, temas y matices que nos ayudan a conocer y comprender mejor nuestras diferencias de pensamiento. Quizá ese es el primer paso hacia la verdadera inclusión.
Por Erick Escudero