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Cuento siniestro

 

Winnie-The-Pooh: Blood and Honey» convierte al tierno personaje en una criatura sedienta de sangre, pero su irreverente y original premisa se queda un poco corta.

Christopher Robin (Nikolai Leon) regresa al Bosque de los 100 Acres luego de cinco años para reencontrarse con Winnie-The-Pooh y sus amigos de la infancia, quienes al quedar en el abandono se han vuelto feroces y sanguinarios. María (María Taylor), una joven que viaja a la floresta buscando recuperar la tranquilidad, experimentará junto a sus cuatro amigas la furia y rencor que Pooh (Craig David Dowsett) y Piglet (Chris Cordell) han desarrollado.

Desde que se anunció su producción en enero del año pasado, se sabía que «Winnie-The-Pooh: Blood and Honey» cambiaría la imagen del tierno personaje, conocido gracias a las producciones de los estudios Walt Disney, en una criatura resentida, sedienta de sangre y venganza. Quienes crecieron con el mensaje de amistad, inocencia e imaginación que transmiten las historias del dulce osito protestaron ante la mera idea de verlo sostener un mazo en vez de un tarro de miel.

Ahora que la película llegó a las salas de cine mexicanas, se han generado en YouTube reacciones donde la califican de «mala», «horrible», «asquerosa» y hasta hay quienes dicen «no la vean».

Tales comentarios sirven como parámetro y será hasta su estreno en Estados Unidos, programado dentro de dos semanas, cuando se adopte una recepción general sobre el filme, pero en mi humilde opinión como espectador y aficionado al cine de horror, puedo decir que «Winnie-The-Pooh: Blood and Honey» se disfruta, pero queda a deber.

Cierto, la película no es una joya, su guión no sigue una trama definida, las actuaciones son pésimas… ¿Y? Eso no impide reírse o hasta carcajearse, quizá la suma total de sus elementos no entregue un producto tan destacado técnica o argumentalmente, pero más allá de las duras críticas y su resultado en pantalla, la película es entretenida al reinventar este personaje, aprovechando su ya conocida situación de haber pasado al dominio público.

La trama principal se desarrolla en una sola noche, por lo que la iluminación se basa en claroscuros que ayudan a ocultar la obviedad de las máscaras, efectos prácticos y al mismo tiempo dan un ambiente tenebroso; irónicamente la oscuridad se vuelve enemiga de la película al haber partes donde no se aprecia bien lo que sucede.

El osito está enojado, pero en ocasiones su sadismo solo queda insinuado, no demostrado, y cuando su rabia se desata en el brutal desenlace da pie a una secuela (ya confirmada por sus creadores), pero deja esta película sin resolución y arruina su clímax.

«Winnie-The-Pooh: Blood and Honey» toma un personaje amistoso para darle un giro siniestro que en teoría suena bien, pero falla al momento de ser trasladado a la pantalla porque, dentro de su arriesgado concepto, le faltó llevar la sátira y comedia negra a niveles atrevidos.

Por Erick Escudero